Pliegue, despliegue y repliegue

Argentina tiene, desde hace casi seis años, efectivos militares al servicio de las Naciones Unidas dentro del programa Minustah. Actualmente la cantidad de efectivos presentes en este país es del orden de aproximadamente 560 individuos de los cuales unos 60 pertenecen a la unidad aérea que dispone de dos helicópteros que están al servicio de la ONU, otros 60 que forman parte del Hospital Militar Reubicable de la Fuerza Aérea Argentina y algo más de 400 efectivos que se hallan en una base en la ciudad de Gonaives ubicada a algo más de 150 kilómetros de Puerto Príncipe.

El recambio de estos efectivos se realiza cada 6 meses y cada período constituye lo que se da en llamar una misión. En estos momentos transcurre la misión Haití XII. El recambio se hace en dos etapas, generalmente en un intervalo de una semana. En esta oportunidad la trasposición de individuos correspondientes a las misiones Haití XI y XII se efectuó los días 31 de marzo y 7 de abril. El 31 salió un avión charter de Buenos Aires con cerca de 250 personas y ese mismo día, previo reabastecimiento, regresó a Argentina con la misma cantidad. Las otras 250 personas que fueron a Haití lo hicieron el día 7 de abril y el mismo día se completó el regreso de los restantes. La discrepancia de 60 individuos en la suma total se debe a que la gente del grupo aéreo no se ajusta a este cronograma. En términos militares al acto de llegada de la Misión Haití XII se la denomina despliegue y el acto contrario, el regreso de la Haití XI constituye el repliegue.

Ambas circunstancias son altamente emotivas, los que llegan lo hacen con una ilusión de aventura, con una expectativa intensa, con ansiedad y, porqué no, alegría por la llegada a este mundo tan particular. Los que se van tienen sentimientos encontrados, por un lado, por ese tan esperado regreso a su hogar, a sus seres queridos de toda la vida, a su cama, a su cocina, a su pueblo, a su plaza, a su iglesia; y por otro lado, con la nostalgia de abandonar a un grupo de seres humanos con los que forjaron vínculos intensos en los meses previos de convivencia.

Tanto para los que llegan como para los que se van y por los motivos antes expuestos, entre despliegue y repliegue ocurre un pliegue… en el corazón.

Abril de 2010




Lo que me costó el amor de Laura

Un título robado a otro autor es sencillamente plagio, así que humildemente pido perdón a Alejandro Dolina por la usurpación pero la correlación con el relato es tan intensa que no pude vencer la tentación.

Una mañana de lunes, cerca de las 9 horas, un hotel del tipo all inclusive en una ciudad del Caribe, un desayuno compuesto por café y algunos bocados dulces, un clima medianamente caluroso pero con una humedad superior a la agradable, un sol que brilla intensamente y el tan infaltable como inacabable ritmo musical tropical en medio de jardines intensamente forestados y adornados con fuentes, peces y aves acuáticas configuran un entorno imposible de no disfrutar. El cerebro se regocija con algún pensamiento o idea interesante, o vaga en la nada, y la vista se pierde por cualquier lado cuando, repentinamente, ambos son alterados suavemente por una figura que atraviesa el campo visual a la vez que el sentido auditivo es puesto en alerta con un: “Hola, puedo sentarme?”

Las irrupciones violentas en nuestros sentidos en ocasiones producen un retardo en la respuesta y éste es mayor cuando el motivo que lo produce es portador de un intenso bagaje de terror o de belleza. En este caso se trata de lo segundo.

Unos ojos pequeños y vivaces, unos dientes perfectos y blanquísimos, un pelo ligeramente ensortijado que le llega a la altura del mentón, unos rasgos que confieren una belleza singular a ese rostro apenas maculado por una nariz en proporción ligeramente superior a la deseable, uñas postizas muy largas y esculpidas, algo de bijouterie… Una remera roja muy simple y un ajustadísimo pantalón hasta la rodilla permitían imaginar un cuerpo delgado con proporciones cercanas a la perfección y estaban encargados de la infausta tarea de cubrir gran parte de la piel ebánea de quien respondiera a mi “Cómo te llamás” con: Laura…

- Yo soy Jorge, eres del grupo de entretenimiento?
- Sí.
- ¿Cuántos años tienes?
- Veintidós.
- ¿Hace mucho que estás trabajando aquí?
- Tres meses.
- ¿Estudiaste baile?
- Sí.
- ¿Dónde?
- En una academia.

Lo que prometía ser un diálogo fue tan sólo un interrogatorio, pero todo era subsanable o compensable con sólo contemplar el rostro angelical del espécimen humano al que estaba enfrentado. Sus manos trabajaban hábilmente en la elaboración de un sándwich bastante generoso en tamaño y en relación a su menudo cuerpo, la conversación seguía en un tono interrogativo, mis ojos se deslizaban recorriendo cada parte de su hemicuerpo que emergía tras la mesa del desayuno, tanto esfuerzo contemplativo, un tanto libidinoso, arrojaba sobre mi visión una especie de tul, una creciente y persistente obnubilación.

Con su cabeza inclinada unos cuarenta y cinco grados, levanta esos ojos, y no conforme con esa mirada que todo lo decía se empeñó en reafirmarlo con la palabra: “Deseo hacer el amor contigo”; el instinto, la preservación y una agilidad mental exquisita ante el imprevisto generaron una rápida y expeditiva respuesta: “¿Tu habitación o la mía?”. En menos de cinco minutos y luego de transponer el dintel de la puerta, comenzó un escarceo corporal donde manos y labios se alborotaban y recorrían ansiosos y presurosos cada centímetro de cada cuerpo en un crescendo vertiginoso que hacía eludir el calor tropical al punto de transformarlo en una brisa casi gélida. La fusión había transformado los cuerpos en una masa casi informe rodeada por un halo térmico de cuyo interior emanaba una llama que comenzaba a aparecer por los costados y al cabo de un corto tiempo los envolvía por completo y se podría decir que era un abrazo abrasador.

Esa llama fue apagada por ese asesino natural que tiene el fuego; una catarata de agua, y a través del manto de niebla producido por el aerosol de sus gotitas, observo la figura de Laura que se levanta de la silla en el lado opuesto de la mesa, recoge su plato y su vaso y se despide con un “Gracias, fue muy lindo que compartiéramos el desayuno”.

En un instante la veo alejarse… Contemplo su bello y grácil cuerpo…
Una pequeña desazón pero con algo de alegría me invade.

La mayoría de los hombres de tez blanca albergan en su conciencia el secreto y vivo deseo de tener una experiencia amorosa con una mujer de tez oscura, anhelo inspirado en la tal vez mítica creencia de la pasión casi desenfrenada que puedan tener estas ninfas en materia sexual.

Quedé convencido de haber vivido una realidad, o al menos se trató de algo tan vívido que fácilmente se puede decir que lo fue.

En el fragor del relato casi me olvido de relacionar a éste con el título; habitualmente esta clase de amor tiene un costo, o sea que no es una correspondencia de sentimientos, sino una transacción en la cual se dice que se intercambia amor por dinero cuando en realidad es un intercambio de sexo por dinero. Y como deseo mantener esa especie de hipocresía me voy a seguir refiriendo a ello como amor, por lo tanto debo comentarles cuánto me costó el amor de Laura: ¡Nada! ¡Sí, simplemente nada! Y la explicación de esto deriva precisamente del famoso adagio popular: Soñar… No cuesta nada.

Abril de 2010



Restavek

La restavec o restavek es una contracción gramatical que deriva del francés reste avec y se traduce como "que se queda con". Es una costumbre sociocultural que se manifiesta en una parte de la sociedad haitiana y consiste en el hecho de que un niño, generalmente de sexo femenino, es enviado por sus padres a trabajar en un hogar que lo acoge como empleado doméstico. Esto ocurre cuando los padres carecen de los recursos necesarios para mantener al pequeño. Restavek es el término que se utiliza para referirse a cualquier niño viviendo con una familia que lo ha recibido, pero por lo general se refiere específicamente a aquellos que son víctimas de abusos.

La Restavec según Maxon ...

El niño que está como restavec trabaja mucho más que los demás niños de la casa, come menos y generalmente las sobras, no se sienta en la mesa principal de la familia porque es considerado un integrante “de menor calidad”.

Cuando una niña que ha sido cobijada en uno de estos hogares entra en su pubertad y comienza su desarrollo sexual, en ocasiones es sometida sexualmente por el jefe del hogar, no siempre con acceso carnal violento, sino que la niña no puede resistir la presión en que se halla debido a la dependencia que tiene de esa persona. También existen casos de pedofilia pero no es tan habitual debido a que es una práctica muy condenada por la sociedad y principalmente por la religión. Es menester resaltar el profundo sentido religioso del pueblo haitiano que ayuda en parte a mitigar este flagelo.

Algo más de la mitad de estos niños concurren a la escuela, pero su educación es de menor calidad porque van a la escuela “de la tarde”, a eso de las 16 hs. Esto se debe a que el niño después de una ardua jornada de trabajo llega a la escuela muy cansado, por lo que su acopio de conocimientos es pobre y en consecuencia también lo es su rendimiento académico. Sumado a ello, el carecer de un grupo familiar acorde para acompañar ese proceso educativo hace que la posibilidad de que logre una educación buena y por ende una incursión social exitosa sea probabilísticamente muy baja.

Actualmente hay unos 300.000 niños en este sistema. En los últimos treinta años esta práctica ha disminuido, pues se realizaba mayoritariamente con niñas, y éstas, al mejorar en este período su acceso a la educación, pudieron evadir de esta manera esta condenable condición social.

Como recordarán Maxon es haitiano y además está por obtener su licenciatura como Trabajador Social por lo que esta doble condición lo transforma en una palabra autorizada en el tema. Notense las similitudes, con la siguiente traducción y adaptación sobre el tema obtenida de Widipedia.

La Restavec según Wikipedia...

Historia:
La pobreza y la esclavitud han sido vinculadas a la cultura haitiana desde que España y Francia se dividieron la isla La Hispaniola. En 1804, Haití proclamó su independencia. Los haitianos ricos, de piel clara, controlaron el gobierno. Las familias que no tenían suficiente dinero para alimentar a sus hijos, ante la promesa de una vida mejor para ellos, recurrieron cada vez más a esta costumbre, transformándose estos niños en esclavos que “pertenecían” a la familia acomodada que los hubiera acogido. Una vez adquiridos, estos niños perdían todo contacto con sus familias y, como esclavos del pasado, a veces se le daban nuevos nombres para su conveniencia.

Características: Generalmente se trataba de niñas negras de alrededor de los 9 años de edad aunque también hay algunos adolescentes. Jóvenes que nacieron en la pobreza y muchos que han sufrido algún tipo de abuso sexual psicológico y físico. Ni ellos ni sus padres tienen voz política o social, por lo que no puede determinar su futuro. Muchos de los padres envían a sus niños a ser restavecs porque piensan que van a vivir una vida mejor, pero muchas veces este no es el caso.

Condiciones: Los niños restavecs trabajan muchas horas y no reciben sueldo a cambio. No disfrutan de los juegos como los demás niños de su edad y las horribles condiciones de trabajo no son buenas para su salud. Tienen que trabajar demasiadas horas, de sol a sol, como un sirviente adulto, lo que sobrepasa la norma cultural para el trabajo de los niños en el hogar. Reciben alimentos y ropa de inferior calidad respecto de los otros niños del hogar, duermen en el suelo en lugar de en una cama, y no disponen de tiempo para jugar. El niño restavec debe usar términos formales cuando se dirige a sus superiores sociales, incluyendo a casi todos los otros miembros del hogar. Estos niños muchas veces no asisten a la escuela, y los que lo hacen tienen mayor tasa de repitencia y de deserción escolar que los niños de familias acomodadas. Algunos de estos niños sufren acoso sexual de sus dueños.

Estado actual: Las familias de Haití que no pueden mantener a sus hijos los siguen enviando para ser restavecs. Haití es una nación de ocho millones de personas y 300.000 de sus niños son restavecs. Este particular tipo de servicio doméstico es una suerte de "naturaleza oculta" con cierto grado de complacencia social. Los empleadores y otras personas de élite quieren a estos restavecs porque saben que pueden pagar poco o nada de salarios y los niños tienen más energía como para trabajar más horas.

La pobreza y la inestabilidad política continúan aumentando. Observadores de derechos humanos informan que el número de restavecs continúa incrementándose de manera espectacular. La mayoría de la gente se deshace de sus restavecs cuando cumplen los quince años, porque se aprobó una ley que establece que a esa edad todas las personas deben cobrar sueldo. Por lo tanto, estos niños son arrojados a las calles y tratan de sobrevivir.

Se cree que el terremoto de 2010 provocará que muchos más niños se conviertan en restavecs, pues muchos de los nuevos huérfanos podrían ser entregados por los parientes lejanos que no pueden cuidar de ellos.

Abril de 2010



Los comentarios en el blog...

Nos han preguntado como realizar "comentarios" en el blog y una manera didáctica de explicarlo sería accediendo al siguiente link:

http://www.slideshare.net/blogdetics/publicar-comentarios-en-un-blog

Les cuento que los COMENTARIOS SIEMPRE ENRIQUECEN ya que son los nexos de unión entre esta web y las personas que nos visitan...

En ellos, nuestros visitantes, pueden dejarnos sus consideraciones e impresiones... y demás está decirlo:

"SU OPINIÓN NOS INTERESA"

Un visionario

Hace unos meses atrás fui motivo de escarnio, burla y mofa casi popular en mi círculo más íntimo de amistades por haber concretado la adquisición de un artículo, tan novedoso como práctico, destinado a mitigar la molestia causada por algunos insectos. Esta acción fue, como dijera, motivo de chanza de algunos familiares y amigos que no supieron ver o no tuvieron la capacidad de aceptar, como suele ocurrir en muchas ocasiones, el espíritu visionario de la gente que los rodea.

Unos pocos días después de llegar a Haití, y recorriendo un mercado popular, me llevé una inmensa sorpresa. Entre los productos exhibidos para la venta estaba el mismo artículo que había generado mis pesares: “La revolucionaria paleta matamoscas eléctrica”. El ingenio y la agudeza humana llevada a su expresión más genuina, el comercio, había hecho extensiva la letalidad de dicho instrumento a otro insecto mucho más popular en esta isla: el mosquito.


Este elemento permite no solamente el exterminio de estos molestos insectos sino también la realización de una actividad física que contribuye a moderar el sedentarismo propio de nuestros tiempos. Puede servir además, dada su morfología, para efectuar una práctica, tanto más intensiva cuanto mayor sea la polución de insectos, y perfeccionar, si falta lo hiciere, el drive, la volea y el smash. En consecuencia, su uso desde temprana edad aumenta la probabilidad de que el seno de cualquier hogar cobije a un futuro émulo de David Nalbandian.


Se podría discurrir durante páginas y páginas las innumerables ventajas adicionales o derivadas de este particular adminículo, pero es mejor que cada adquirente lo descubra en forma personal, casi como una aventura del conocimiento.

Adjunto imagen testimonial, como elemento de prueba, con la intención de limpiar parcialmente mi prestigio y buen nombre, mancillado vilmente por cierta gentuza, y abrigo la esperanza de que en el futuro puedan tener un espíritu más amplio para así poder percibir las sensibilidades particulares de su entorno humano.


Como frase de despedida recurro a un vulgarismo popular: ¡Tomá pa' vos!



Abril de 2010