Acerca de hándicaps, caddies, cortes y quebradas...

Una forma de amenizar el tiempo libre, una vez culminadas las tareas a las que estamos afectados en nuestro hospital, consiste en la realización de actividad física que puede ser a través de la utilización del gimnasio, caminatas, running o diversas actividades deportivas. Entre estas últimas tenemos fútbol en la cancha del grupo aéreo, básquetbol en la playa de estacionamiento o ¡golf! en los links del hospital, construidos y acondicionados a tal efecto por un cultor extremo de esta disciplina, el Dr. Carlos Utrera. Según narra la leyenda -más precisamente por sus propias palabras- ha aprendido a desempeñarse comenzando a indagar la teoría, dio sus primeros pasos tomando un diccionario y averiguando la definición de la palabra habilidad. Una vez entendido este concepto continuó con la búsqueda semántica, hecho éste que le permitió nutrirse de una vasta gama de conocimientos que llevados a la práctica hicieron de él un maestro de este noble deporte. Ostenta la generosa marca de “3 bajo el par” y las malas lenguas dicen que hizo “un hoyo en una” el pasado 30 de febrero. Como es un maestro de la locuacidad aplica esta condición personal en el juego, de tal forma que le habla a las pelotitas hasta sumirlas en un estado hipnótico, tal como lo hace con sus pacientes en su profesión de anestesista; una vez que las hace llegar a este trance las pequeñas esferas quedan sometidas a su total voluntad haciendo las delicias de este jugador, y se dirigen mansa y resignadamente al hoyo elegido por su amo. Algunos ya están siguiendo sus pasos: el Dr. Gonzalo Teijeiro ha comenzado una práctica intensiva, el Dr. Carlos Brandan está dando sus primeros pasos en esta disciplina y este servidor, a partir de la próxima semana, comenzará como caddie del Dr. Utrera a los fines de embeberse de eagles, boogies y demás términos, amén de los movimientos adecuados, con el objeto de poder participar del Abierto del Hospital Militar Reubicable programado para la segunda semana de Julio.

Bromas aparte, Carlos es bastante más que un aficionado y aún sin llegar a ser un profesional, según dicen los que saben, ostentar “20 de hándicap” en este deporte es algo que no pocos envidian.

Otra disciplina recreativa que se practica con dispar regularidad es la danza que nos identifica a los argentinos en el mundo: el tango. Su enseñanza es impartida por el maestro del "dos por cuatro", Reinaldo Videla, un suboficial del ejército que emplea su capacitación como enfermero como pantalla para contagiar a todo quien se le acerque e inducirlo a armonizar los movimientos del cuerpo necesarios para este sensual baile.

A los fines prácticos, imparte las nociones básicas en primer lugar a los hombres, porque en el tango es éste quien debe hacer de conductor. La mujer se luce especialmente, pues la gracilidad y belleza de sus movimientos constituyen un especial atractivo, pero es el hombre quien, como una especie de titiritero, debe, mediante sutiles y precisas presiones de ambas manos, generar en la fémina la armónica y dinámica sucesión de movimientos.

Si bien no alcancé a hacer boogies, eagles, ni a ser un maestro tanguero, muy difícilmente hubiera podido imaginarme que Haití me permitiría aprender a sostener en mis manos un palo de golf, impulsar una pelotita y a desplazarme por una pista con rudimentarios y elementales pasos de tango.





Julio de 2010

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