Lo que me costó el amor de Laura

Un título robado a otro autor es sencillamente plagio, así que humildemente pido perdón a Alejandro Dolina por la usurpación pero la correlación con el relato es tan intensa que no pude vencer la tentación.

Una mañana de lunes, cerca de las 9 horas, un hotel del tipo all inclusive en una ciudad del Caribe, un desayuno compuesto por café y algunos bocados dulces, un clima medianamente caluroso pero con una humedad superior a la agradable, un sol que brilla intensamente y el tan infaltable como inacabable ritmo musical tropical en medio de jardines intensamente forestados y adornados con fuentes, peces y aves acuáticas configuran un entorno imposible de no disfrutar. El cerebro se regocija con algún pensamiento o idea interesante, o vaga en la nada, y la vista se pierde por cualquier lado cuando, repentinamente, ambos son alterados suavemente por una figura que atraviesa el campo visual a la vez que el sentido auditivo es puesto en alerta con un: “Hola, puedo sentarme?”

Las irrupciones violentas en nuestros sentidos en ocasiones producen un retardo en la respuesta y éste es mayor cuando el motivo que lo produce es portador de un intenso bagaje de terror o de belleza. En este caso se trata de lo segundo.

Unos ojos pequeños y vivaces, unos dientes perfectos y blanquísimos, un pelo ligeramente ensortijado que le llega a la altura del mentón, unos rasgos que confieren una belleza singular a ese rostro apenas maculado por una nariz en proporción ligeramente superior a la deseable, uñas postizas muy largas y esculpidas, algo de bijouterie… Una remera roja muy simple y un ajustadísimo pantalón hasta la rodilla permitían imaginar un cuerpo delgado con proporciones cercanas a la perfección y estaban encargados de la infausta tarea de cubrir gran parte de la piel ebánea de quien respondiera a mi “Cómo te llamás” con: Laura…

- Yo soy Jorge, eres del grupo de entretenimiento?
- Sí.
- ¿Cuántos años tienes?
- Veintidós.
- ¿Hace mucho que estás trabajando aquí?
- Tres meses.
- ¿Estudiaste baile?
- Sí.
- ¿Dónde?
- En una academia.

Lo que prometía ser un diálogo fue tan sólo un interrogatorio, pero todo era subsanable o compensable con sólo contemplar el rostro angelical del espécimen humano al que estaba enfrentado. Sus manos trabajaban hábilmente en la elaboración de un sándwich bastante generoso en tamaño y en relación a su menudo cuerpo, la conversación seguía en un tono interrogativo, mis ojos se deslizaban recorriendo cada parte de su hemicuerpo que emergía tras la mesa del desayuno, tanto esfuerzo contemplativo, un tanto libidinoso, arrojaba sobre mi visión una especie de tul, una creciente y persistente obnubilación.

Con su cabeza inclinada unos cuarenta y cinco grados, levanta esos ojos, y no conforme con esa mirada que todo lo decía se empeñó en reafirmarlo con la palabra: “Deseo hacer el amor contigo”; el instinto, la preservación y una agilidad mental exquisita ante el imprevisto generaron una rápida y expeditiva respuesta: “¿Tu habitación o la mía?”. En menos de cinco minutos y luego de transponer el dintel de la puerta, comenzó un escarceo corporal donde manos y labios se alborotaban y recorrían ansiosos y presurosos cada centímetro de cada cuerpo en un crescendo vertiginoso que hacía eludir el calor tropical al punto de transformarlo en una brisa casi gélida. La fusión había transformado los cuerpos en una masa casi informe rodeada por un halo térmico de cuyo interior emanaba una llama que comenzaba a aparecer por los costados y al cabo de un corto tiempo los envolvía por completo y se podría decir que era un abrazo abrasador.

Esa llama fue apagada por ese asesino natural que tiene el fuego; una catarata de agua, y a través del manto de niebla producido por el aerosol de sus gotitas, observo la figura de Laura que se levanta de la silla en el lado opuesto de la mesa, recoge su plato y su vaso y se despide con un “Gracias, fue muy lindo que compartiéramos el desayuno”.

En un instante la veo alejarse… Contemplo su bello y grácil cuerpo…
Una pequeña desazón pero con algo de alegría me invade.

La mayoría de los hombres de tez blanca albergan en su conciencia el secreto y vivo deseo de tener una experiencia amorosa con una mujer de tez oscura, anhelo inspirado en la tal vez mítica creencia de la pasión casi desenfrenada que puedan tener estas ninfas en materia sexual.

Quedé convencido de haber vivido una realidad, o al menos se trató de algo tan vívido que fácilmente se puede decir que lo fue.

En el fragor del relato casi me olvido de relacionar a éste con el título; habitualmente esta clase de amor tiene un costo, o sea que no es una correspondencia de sentimientos, sino una transacción en la cual se dice que se intercambia amor por dinero cuando en realidad es un intercambio de sexo por dinero. Y como deseo mantener esa especie de hipocresía me voy a seguir refiriendo a ello como amor, por lo tanto debo comentarles cuánto me costó el amor de Laura: ¡Nada! ¡Sí, simplemente nada! Y la explicación de esto deriva precisamente del famoso adagio popular: Soñar… No cuesta nada.

Abril de 2010



4 comentarios:

  1. Hola Jorge! como siempre estoy leyendo tus crónicas, "el amor de Laura" no tiene desperdicio. Es mucho, es poco, es frágil, es audaz, es todo, porque es sueño!! que maravilloso que a pesar de la tristeza de Haití, la mente siga generando recursos para mantenerte en pié. Viva los sueños!!!
    Un abrazo enorme!!!
    Carolina Guerra
    San Gregorio
    Santa Fe
    Argentina

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  2. Gracias Carolina, la forma más entretenida que he encontrado para mitigar la nostalgia es haciendo algo que siempre me gustó pero que no mucho ejercité y es escribir, mantiene mi mente ocupada con el empleo de la imaginación y me divierte mucho, además es una forma de compartir todo esto que estoy viviendo que es harto interesante.

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  3. Querido Jorge:
    Que jugado el cuento!!! Nos encanta. Querido amigo, queriamos escribirte desde buenos aires para dejarte todo nuestro cariño. Por aca, te esperan el tur gastronomico, la agenda teatral y muchos mates y facturas. Con Roberto hemos estado charlando con amigos y les contamos lo maravilloso que sos. Te estamos extrañando che. Aqui esta pegando un poco el frio y el fin de semana pinta para estar adentro, mirando peliculas y comiendo algun chocolate, esta lindo buenos aires. Mas que nada, queriamos dejarte un beso y un fuerte abrazo. El cuento nos acerca a tu universo de magia.
    Beso. Laura y Roberto.

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  4. Queridos Laura y Roberto: Calderón de la Barca dijo que la vida es sueño, yo creo que además la vida es juego. Y uno de mis mejores juegos actuales es la escritura. El tour gastronómico está en los primeros lugares de la agenda de mi regreso. Tuvieron noticias? Respondanme por el mail.
    Los quiero mucho. Jorge

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