Bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina - 28º Aniversario

Nadie alcanza a explicarme por qué, siendo el día exacto del aniversario el 1º de Mayo, la ceremonia se realiza el día anterior, viernes 30 de abril. Se trata de esa particular costumbre que se ha arraigado entre los argentinos en los últimos años y que consiste en cambiar el día de la celebración cuando el original cae un sábado o un domingo. Muchos se rasgan las vestiduras aprovechando esa oportunidad para criticar a las autoridades que las han instaurado, pero muy plácidamente se aprovecha la licencia que se otorga con la prolongación de los fines de semana para salir de turismo o hacer nada. Algo similar a cuando escucho decir que la misa del sábado “vale” por la del domingo y esa valía es otorgada por algún representante de la iglesia que de esa manera deja conforme a sus acólitos, pero, que yo sepa, la Sagrada Biblia dice que Dios hizo el cielo y la tierra en seis días y el séptimo descansó, ese séptimo era el sábado pero después se instituyó el domingo y por eso los católicos le rinden o le deberían rendir culto en esa precisa jornada. Quien trabajara ese preciso día sería condenado a muerte (Éxodo 35:2).

La ceremonia en cuestión, la del Bautismo de fuego, fue programada inicialmente para las ocho de la mañana, pero su inicio se demoró hasta cerca de las nueve por algo que sucede con los funcionarios públicos: o están mal informados, o duermen hasta demasiado tarde, o quieren hacer resaltar su importancia haciendo esperar a mucha gente que por lo general está incómodamente vestida, ya sea por la falta de costumbre en el uso de algún atuendo o porque éste es inadecuado para el clima ya sea éste demasiado caluroso o demasiado frío.

En esta situación, el sujeto esperado en cuestión es el embajador de la República Argentina en la República de Haití; el atuendo en cuestión es el clásico uniforme militar argentino consistente en pantalón verde, borceguíes, chomba verde y chaqueta camuflada, a ello hay que sumarle, pues era una ceremonia de gala, el pañuelo celeste oscuro o azul -como se lo quiera ver- llamado peto y el casco azul que consiste en una boina de franela con un escudo de las Naciones Unidas. Estos dos últimos adminículos confieren una particular elegancia al uniforme pero también contribuyen grandemente a dificultar la disipación del calor de los cuerpos. El tercer aspecto de descripción es el clima, a casi un mes y medio de entrada la primavera, en un momento del día que el sol se encuentra a más de 60º sobre el horizonte la temperatura supera los 26º, expuesto a éste y parado sobre una superficie de cemento con un estar estoico durante una hora constituyen condiciones que son fáciles de soportar si se tiene la casi certeza de que se está viviendo una circunstancia excepcional, diferente e interesante.

Además del embajador, que finalmente llegó, se halla presente el cónsul, el jefe del contingente argentino, otros militares argentinos que trabajan para la ONU, los integrantes del grupo aéreo y el contingente del hospital. La ceremonia es emotiva, por un lado por escuchar el himno tan lejos de tu patria y por otro porque se recuerdan a los integrantes de la Fuerza Aérea que pagaron con su vida la triste experiencia de la guerra de Malvinas.

Luego de la lectura de algunas glosas y de un mensaje del Brigadier General y cuando el calor irradiado por el cemento había traspasado la suela de los borceguíes y llegado duramente a las plantas de los pies, haciendo pensar en la necesidad de tomar un curso con esas personas que caminan sobre las brasas, el acto llegó a su fin y se nos invitó a celebrar con un desayuno debajo del mango, lo cual confiere una idea del volumen de esta especie vegetal que permite albergar bajo su copa a más de 100 personas con las respectivas mesas portantes de la vajilla.

El menú del desayuno era un fresco jugo, unos exquisitos pasteles, pasta frola casera, unas medialunas locales y el punto final, que constituye una evidencia para la teoría circulante de que la participación en este tipo de misiones, en ocasiones puede generar alteraciones en el equilibrio mental, porque dadas las condiciones climáticas descriptas, la mayoría no dudamos en aceptar la última oferta gastronómica: ¡Chocolate caliente! ¡Y estaba riquísimo!

Junio de 2010



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