Iniciativa de paz

A mediados de junio salí a caminar junto a mis amigos, Gonzalo –el traumatólogo- y Carlos Utrera -el anestesista-. Cuando regresábamos entramos a un supermercado, luego de hacer mi compra y de haber pagado en la caja se me acerca una persona y me pregunta: "¿cuándo juegan el próximo partido?". Yo tenía puesta la chomba blanca con la bandera argentina bordada en el pecho, y que forma parte de la indumentaria que nos proporcionaron, hecho éste que delataba mi origen y se conjugaba con el fervor que despierta el campeonato mundial de fútbol.

Esta persona formaba parte de un grupo con el cual establecimos una charla y las correspondientes presentaciones. El autor de la pregunta era el Dr. Luis Rosado, portorriqueño, Mayor de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que muy pronto será ascendido a teniente coronel y el mismísimo presidente Obama le entregará las insignias de su nuevo rango. Con él estaban Alejandra, dos estudiantes de medicina y un comunicador social. Resultaron ser integrantes de una ONG de Puerto Rico denominada Iniciativa Comunitaria y estaban trabajando en una de sus ramas, Iniciativa de Paz – Misión Haití, que consiste en proporcionar atención en salud a la población carenciada de dicho país mediante un sistema que podríamos denominar “clínica móvil”.

Congeniamos inmediatamente, dialogamos un buen rato y luego nos acercaron al hospital. Un par de días después fuimos recibidos como huéspedes de honor en su residencia y nos deleitaron con sus comidas típicas.

Tenían necesidad de agua potable y desde ese momento el hospital les proveyó de ese vital elemento. Compartieron con nosotros la ceremonia central de entrega de medallas a los integrantes de Haití XII, lo cual fue algo sumamente emotivo y gratificante.

Esta relación derivó posteriormente en que, durante el período de nuestra última licencia, junto con el Dr. Carlos Utrera, nos acopláramos a este grupo de trabajo que realiza una tarea titánica y con ribetes de heroísmo que trataré de describir a continuación.

El edificio en el que se alojan es muy modesto y con escasas condiciones de habitabilidad para el estilo de vida al que estamos acostumbrados -de ahí también el término de heroísmo- pues no tiene aire acondicionado, ni ventiladores, ni heladera, se duerme en catres con colchones que lejos están de ser un sommier y cubiertos con tules para protegerse de los mosquitos.

Los grupos de trabajo se renuevan con una frecuencia semanal aunque algunos de los integrantes se quedan una quincena o más días. Entre todos se encargan de la limpieza y el orden y se alternan para hacer la comida de la noche, pues el almuerzo se realiza en el campo de acción. El trabajo es absolutamente voluntario, no remunerado e inclusive cada integrante se costea su propio pasaje de avión.

Los martes y jueves atienden en un edificio que la fundación adquirió para ser transformado, en un futuro cercano, en una clínica infantil; los sábados, domingos, lunes y miércoles salen con sus dos trafics y su camioneta y se instalan en distintos lugares de la ciudad o del país. El viernes lo dedican a recibir e instruir al contingente que se renueva y a reacondicionar los equipamientos sanitarios y logísticos.

Disponen de un surtido bastante importante de medicamentos donados principalmente por los laboratorios americanos asentados en Puerto Rico.

El viernes que llegué, además de Alejandra, a quien conocía, estaban Arnaldo, Héctor y Paco, estudiantes avanzados de medicina; Mitchell, un militar retirado, y Ginetta, una haitiana que estudia enfermería. Previamente habíamos pasado por el aeropuerto para buscar a Jimena y Coral, también futuros médicos, y a Bernard, que estudia economía y también es un colaborador activo.

La ONG es presidida por un médico llamado José Vargas Vidot que gusta de ser nombrado por su apodo: “Chaco”. Él había llegado tres días antes y durante el tiempo que compartimos, largas charlas mediante, tuve la inmensa fortuna de tener cerca de mí a una de las personas más brillantes que jamás haya conocido. Es portador de una protuberancia en el abdomen que cualquiera puede confundir con barriga cuando en realidad está producida por el tamaño de su corazón. Los malos, si pretenden seguir siéndolo, en su presencia deben taponarse los oídos, pues sus palabras son tan cautivantes como el canto de las sirenas de La Odisea: cualquiera que las escucha, en pocos instantes, se transforma en bueno. Es un líder nato, con una locuacidad envidiable y con el cual hemos coincidido en innumerables cuestiones profesionales y humanas.
Por lo que alcancé a percibir en él, por lo que me han referido y por lo que le he visto hacer, no me cabe duda de que Puerto Rico tiene, en este particular ser humano, un firme candidato para el Premio Nobel de la Paz.

Al término del primer día de trabajo se tomó el tiempo para editar un video que me obsequió y que muestra el accionar de esa jornada, es un regalo con un valor inmenso, epilogado con una frase de sutileza muy particular: “A todos los que creen que un mundo mejor es posible”.



Julio de 2010

2 comentarios:

  1. Gracias Jorge, diste de tu tiempo libre para una noble causa. !Ya aca en PR te vimos hasta en las noticias! Mantenga su espiritu luchador su patriotismo y su sabiduria. Cuente con nosotros siempre que aca tiene muchisimas puertas abiertas, sonrisas para recibirlo y por supuesto "tojtones con mayo-ketchup".
    Siga adelante y gracias por todo.
    -Paco

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  2. Hola Paquito: gracias por tus palabras, por tu amistad y por todo lo que me brindaron. Envíame tu dirección de mail y la de Mitchell si la tienes.
    Un fuerte abrazo
    Jorge

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