Serge, el profeta

Serge Desir en haitiano, o Sergio Santana en dominicano, es el nombre de este nativo de Haití que en el año 1986 emigró a República Dominicana.

Manifiesta casi espanto hacia los políticos de su país natal, de quienes no duda en afirmar que “están apoyados por el demonio”, sino, Haití no podría estar tan mal, pero tiene la esperanza de que Dios los va a ayudar para mejorar la situación.

Sin conocerlo puedo asegurar que se trata de una persona muy estoica, pues tuvo la virtud de soportar con notable impasibilidad las dudas, indecisiones y tribulaciones en que incurrieron dos damas compañeras de misión antes de decidir cuántos y cuáles de los pareos que él comercializa en las playas de Dominicana finalmente iban a comprar.

Luego de ello, este haitiano-dominicano flaco, alto, de blanco ropaje y cabeza rapada, recoge su mercadería colmando sus brazos, hombros y manos con decenas de prendas. Se va, avanza cuatro o cinco pasos, se detiene, da una media vuelta y de su bocaza enmarcada por gruesos labios emanan unas palabras muy particulares, “Ah, y recuerden, Argentina, que en julio salimos campeones”. Me sorprende la forma de expresión y no alcanzo a entender si quiere decir que el campeonato va a ser ganado por Haití o República Dominicana, los cuales no sé si serán de la partida, o se está refiriendo a Argentina y por ello, le pido que me lo repita.

Entonces dice claramente que Argentina va a ser el próximo campeón mundial de fútbol, que antes era hincha de Brasil pero después se hizo hincha de Argentina, que está convencido y que tiene mucha fe.

La paradoja me resulta atrapante: no he conocido a ningún argentino que piense igual que Serge. Resulta muy extraño encontrar a un extranjero que albergue más intensas expectativas de éxito, fe mediante, que la gran mayoría, por no decir la inmensa mayoría, del pueblo argentino.
Es lamentable decir también que esa pérdida de fe, de confianza o de esperanza de nuestro pueblo se haga extensiva a casi todas las instituciones políticas y sociales y a casi todas las actividades de la vida diaria.

El descreimiento hacia todo lo que sucede dentro de las fronteras de Argentina parece ser moneda corriente para sus habitantes. El “todo lo de afuera es mejor” parece ser objeto de culto, hace que perdamos la confianza en nosotros mismos y hasta la ilusión del cambio que pueda ser necesario. Ya va siendo hora de que recuperemos el sentir nacional, no un sentir hipócrita o falso, sino el que más se asemeja a la realidad.

Serge tiene, entre otros, un hijo de 19 años, y trabaja duramente para poder llevar adelante a su familia. Al menos tiene comida todos los días, por lo que está agradecido y se siente feliz y también quisiera tener una casa. Estas expresiones hacen que nuevamente vengan a mi memoria las palabras de Saramago: gente de poco tener y mucho sentir.

Lo de Serge no se trata solamente de fe, él soñó que Argentina va a ser campeón mundial y a él los sueños se le hacen realidad, en las últimas elecciones le había votado a Vargas pero luego, en sus sueños, vio que ganaba Leonel, que fue quien finalmente triunfó; a su manera y en su lenguaje me hace ver que éstas son profecías.

Cuando nos despedíamos le prometí que cuando fuéramos campeones mundiales lo llamaría. Invito a todo aquel que quiera, luego de los festejos, a hacer lo propio.

Su número de teléfono es 8295186318.

Hasta el momento conozco solamente dos personas que están convencidas de que Argentina es el próximo campeón mundial de fútbol: Serge y un tal Jorge Robledo.


Marzo de 2010



2 comentarios:

  1. Es muy cierta tu reflexion, deberiamos trabajar mas en ser hinchas de nuestras cosas, hinchas de la familia, del pueblo, del pais solo queriendolas mas haremos un lugar mejor.
    Leyendo sobre Serge, me acordaba de lo que alguna vez me dijo un profesor, "no se trata solo de hacer lo que se quiere sino de querer lo que se hace" desde las cosas mas humildes hasta lo mas grande, seguro que Serge piensa asi y creo que vos tambien.
    Fuerza Jorge.
    Roberto

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  2. Gracias Roberto:
    No te imaginás el tipazo que es Serge. A pesar del corto contacto que tuve con él fue suficiente para conocer un sujeto muy particular y tremendamente humano.

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