El Cártel de Santo Domingo

Santo Domingo es la ciudad capital de la República Dominicana, país éste que ocupa algo más de la mitad de la isla La Española y que linda con Haití, que ocupa el espacio restante. Es una pintoresca ciudad, bulliciosa, colorida, de tránsito desprolijo, con fuerte presencia de edificios históricos de la época de la colonización española. Se rumorea que por estas tierras el comercio de la droga se efectúa con una ligereza superior a lo habitual. Sus habitantes son alegres y felices, y evidencian una falta de expeditividad por momentos un tanto exasperante, una especie de letargo bastante característica de habitantes de zonas cálidas y tienen dos particularidades lingüísticas: pronuncian la “r” como “l” -veldad?- y en muchas oportunidades esgrimen un modismo al comenzar a hablarle a uno: "ya tú sabes".

Durante mi período de licencia en la misión, con mi esposa, Edith, elegimos como un destino turístico a esta bella ciudad. Previo a nuestra llegada nos habíamos puesto en contacto vía correo electrónico con Adolfo Vogt, un argentino residente en dominicana, y con Alicia Sixto, una simpatiquísima y vivaz uruguaya, enfermera, que tiene 3 preciosos hijos con Pablo Viera, también uruguayo. Al día siguiente de nuestra llegada, Adolfo, espectacularmente solícito y afable, nos pasó a buscar y compartimos un almuerzo dominguero junto a otros argentinos, Juan Montilla, Roque Peralta (colega bioquímico devenido en director de una escuela de fútbol infantil), Enrique Landucci y Alejandro Sánchez. Todos ellos lideran lo que he dado en nominar como el Cártel de Santo Domingo, en analogía con aquellas organizaciones ilícitas destinadas al tráfico de drogas. Al igual que muchos de los habitantes de Santo Domingo que circulan por ella en posesión de armas de fuego, van armados de un arma fantástica cuyo nombre es amor al prójimo y la droga que trafican es la solidaridad.

Además del mencionado almuerzo también compartimos una cena el lunes y la fiesta del 25 de Mayo realizada el martes por la embajada Argentina en República Dominicana. Este relato resultaría poco trascendente o importante sino agregamos que este lindo grupo contó con la compañía de unas personas que ya van siendo figuras repetidas en este blog: Rolande Celestin, su hija Sandra Edoard y Osvaldo Fernández (El gendarme), todos ellos responsables del orfanato Rose Mine de Diegue. Compartimos unos momentos estupendos y Edith estaba especialmente fascinada porque jamás habría podido imaginarse la posibilidad de conocer a Rolande y a Osvaldo.

También tendría poco sentido este texto si tan sólo hubiera sido hecho para nombrar a los participantes de este encuentro, porque significaría una cuestión de interés sólo para los mismos. Pero hete aquí que a este grupo argento-uruguayo, a Edith y a mí nos une un interés común y es el poder hacer algo para ayudar a este orfanato.

Esta manga de bandidos dominicanos que he nombrado, junto a otros que no conozco pero que manejan las mismas armas y trafican la misma droga, han plasmado su conducta en la constitución de una ONG llamada Ayuda Sin Fronteras, cuyo propósito principal es ayudar a este tipo de instituciones humanitarias como el orfanato, y fue constituida pensando principalmente en el Rolande y Osvaldo. La dirección web del sitio de la fundación, que está en construcción, es http://www.ayudasinfronteras.net/ y su contacto de correo electrónico info@ayudasinfronteras.net.

Los lectores tienen, de este modo, una nueva vía para concretar sus intenciones de buena voluntad.

Junio de 2010

1 comentario:

  1. HFABIO (Colega Chileno)17 de diciembre de 2012, 8:42

    Me parecio bastante simpatico el conocer este blog,en donde aclare varias preguntas que me hice despues de haber conocido in situ, tan grande fortaleza como lo es citadella.
    Paginas como estas son de gran ayuda, gracias por compartirnos tus experiencias.
    Desde Pto. Principe HFABIO, Dios te Bendiga a ti y tu linda familia

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